lunes, 23 de mayo de 2011

El Papa en la lista Forbes

Que Extraño y a la vez gracioso es ver al papa Benedicto XVI quinto en la lista Forbes, junto a Obama o Vladimir Putin.

A pesar de que sabemos que efectivamente reúne a la Iglesia en el ejercicio de su Ministerio Petrino, la visión de esta agencia está muy lejos de lo que resaltamos de nuestro Santo Padre.

El "poder" de Benedicto parece ser todo lo contrario al poder del resto de los integrantes de la lista:
Mientras unos reúnen en sus únicas manos la mayor capacidad de poder, Benedicto encomienda a Dios todo su servicio; en vez de reunir un gran equipo de estrategas para decidir el futuro de las naciones, el Santo Padre nos alienta a rezar por él para que siempre sepa orientar a la Iglesia según el Plan de Dios; mientras ellos se engrandecen para controlarlo todo, Benedicto se abaja para servir mejor.

Por otro lado, todos se parecen en una cosa: ninguno tendría ningún poder, si no se les hubiera dado de lo alto (Jn 18, 11)

martes, 10 de mayo de 2011

Confianza de padre


La Fe es la certeza de las seguridades que no se ven  (He 11, 1); y conforme uno avanza en la vida parece que esta fe se pone a prueba en distintos momentos fuertes.

Hoy noté que un amigo sale al trabajo cada día muy preocupado, y le pregunté por fin qué le preocupa. Me comentó que hace cuatro meses su esposa está encinta y por una dificultad ella tuvo que dejar el trabajo para guardar reposo absoluto. No es que no esté feliz porque seré padre, me dijo, sino que con mi solo trabajo no alcanza para alimentar a mi esposa y seguir el tratamiento que salvará a mi hijo de un aborto no deseado. Paso el día pensando qué más hacer y en verdad no he conseguido nada; mi rendimiento en el trabajo se ha reducido porque ando distraído. Mi oración -continúa - se ha reducido a "ayudame Señor a confiar en Tí".

Entonces guardé silencio, no tenía palabras de consuelo en ese momento y lo único que pensé es que nadie está exento de tribulaciones, y que la fe y su consecuente confianza en Dios, es también una virtud que hay que pedir al Señor.

Dios no abandona a sus hijos, que el abandono o la desesperanza no son un camino válido, porque deshumanizan al hombre y lo alejan más de la luz de la fe. Qué difícil es para el hombre tener la confianza de que Dios es un padre bueno que no abandona a sus hijos y que presta ayuda al que lo invoca desde el corazón atribulado con prontitud.

 
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