miércoles, 27 de enero de 2010

Egocentrismo en la maternidad

"Mira este pollito, qué bonito!! vamos a pintarlo...

- No mamá, la miss dijo que no lo pintemos
- Hay pero qué feo queda sin pintar

- ya en clase...

- Luchito, por qué pintaste el pollito?"

A veces, cuando no se ha reconocido el egocentrismo como un vicio espiritual durante la juventud, éste se mantiene y encuentra plasmaciones diversas en las distintas facetas de la vida de cada uno. Así como en el ejemplo de arriba, la buena madre, en su afán de ayudar en todo a su hijo, termina por invadir la vida del pequeño pensando que ella tiene todas las soluciones para la vida del muchacho y el deber ingenuo de evitar que sufra en lo más mínimo en la vida.

Durante el crecimiento del pequeño lo cansará con consejos para su vida en los que brilla ella como protagonista, resultando sin querer un anuncio de uno mismo en vez de anunciar la vida modélica del Señor Jesús, esto último, plasmación doméstica del apostolado y deber de toda madre cristiana. El pequeño entenderá a qué se refiere, pero le quedará la molestia de percibir la vanagloria de su madre.

Aclarando un poco, una madre tiene toda la buena intención de formar bien al enano, pero el egocentrismo es el enemigo a la espalda que le cobrará una buena suma, en los momentos más importantes de la formación de su hijo.

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